Ramón París no se limita a poner imágenes a lo que otros escriben, crea un cuento dentro del cuento, una nueva historia que da otra perspectiva o amplía lo que ya contaban las letras. Es un ilustrador autodidacta que, como él mismo cuenta, llegó a serlo de una manera natural.
Ya te hablé en este artículo de la charla que Anna Juan dio el 26 de mayo en la Biblioteca Xavier Benguerel. La segunda parte del evento corrió a cargo de Ramón París, que explicó su trayectoria y compartió su proceso creativo.
El papel de la ilustración
Una de las primera cosas que destacó fue que con la ilustración se puede pactar o discutir lo que dice la palabra escrita. Si lo discutes, dejas de ser un comentarista para convertirte en narrador.
Cuando en un álbum ilustrado el autor del texto y de la ilustración son la misma persona, en cierta manera se hacen menos concesiones. Pero, ¿qué ocurre cuando el ilustrador no es escritor?
En alguna ocasión, cuando ha recibido un texto, el escritor tenía una idea muy clara de lo que quería que él como ilustrador realizara, pero no sigue directrices. Aunque sí escucha a la gente de las editoriales, ya que considera que tienen más experiencia que él.
En Ediciones Ekaré, con los que ha publicado sus últimos trabajos, no se pone en contacto al escritor con el ilustrador, dan el texto al ilustrador para que trabaje con él.
¿Cómo trabaja Ramón París?
Primero lee el texto y lo olvida durante dos meses. En realidad, durante ese tiempo no lo olvida, la historia se aposenta. Es una manera de buscar el subtexto, el mensaje que se encierra detrás del texto, es decir, lo que no cuenta la historia o el cuento dentro del cuento.
El personaje dentro de la historia
Ramón París trabajó y trabaja en animación, donde hay muy poco tiempo para contar todo lo que quieres contar, por eso hasta que los personajes no están claros, no se hace nada; conlleva mucho esfuerzo.
Normalmente, en la literatura infantil existe una estructura muy clara: inicio – nudo – desenlace. Él se pregunta quién es el personaje, qué hace. Siempre trata de ver dónde están los personajes antes y después del cuento, de dónde vienen y adónde irán una vez que acabe ese fragmento de su historia que comparten con nosotros. Tanto es así que en ocasiones ha creado prólogos y epílogos que al final ha publicado.
La imaginación del lector
Como ilustrador, imagina las posibilidades discursivas para que la gente pueda seguir con la historia cuando acabe de leer. Así el lector vuelve al libro, para tratar de encontrar algo que esconde. ¿O tal vez no?
En su caso, sí; él suele incluir mensajes ocultos, detalles que hay que buscar. Por ejemplo, ‘Estaba la rana‘, de la que hablo a continuación, fue un proyecto que antes de llegar a sus manos ya había pasado por otros tres ilustradores. Por un motivo u otro no la habían terminado y él, al principio del álbum, los homenajea sirviéndose de tres carteles.
Estaba la rana
Dando su toque personal, en esta ocasión Ramón París lleva la canción infantil clásica a un club de jazz. Lo convierte en una jam session en la que los músicos se van arrebatando el micrófono para interpretar sus versiones.
Los personajes dibujados en blanco y negro son iluminados por focos de colores.
Un abuelo, sí
En este álbum ilustrado el eje central es el abuelo, que aunque ya está jubilado, trabajó en un teatro. Eso le ayuda a crear un mundo de fantasía con su nieto. ‘Un abuelo, sí’, con texto de Nelson Ramos, habla de la relación entre abuelo y nieto y de un clásico entre los niños: tener una mascota. ¿Y qué mejor mascota que una jirafa o una ballena?
En un principio las ilustraciones iban a ser en blanco y negro, pero por consejo de la editorial, incluyó colores. El proceso de creación fue complejo y puedes ver un resumen en el siguiente vídeo:
Un perro en casa
Aquí viene otra mascota, esta vez más normal, ¿o solo lo parece? Para saberlo, tendrás que leer el cuento. Lo importante de esta historia es el perro y esa es la razón por la que está contada desde su punto de vista. Los adultos no salen de cuerpo entero.
En esta ocasión, la historia escrita por Daniel Nesquens comienza con un perro callejero que un padre encuentra en la calle. Cuando llegan a casa, según la madre lo primero que hay que hacer es lavarlo y es el hijo el encargado de hacerlo. No desvelaré el final, que resulta ya de por sí perturbador, pero si comentaré que Ramón con su trabajo lleva el texto a otro nivel.
Como digo, la historia escrita comienza con el encuentro entre el padre y el perro, que está abandonado en la calle. En cambio, la historia dibujada por Ramón París ya ha comenzado en las guardas. Cuando termina el texto, la imagen continúa su historia un poco más, nos cuenta qué pasa después y de paso da un giro al original y otra dimensión al personaje.
No pude resistirme a tener mi propio ejemplar.
Duermevela
El último proyecto infantil en el que ha colaborado se llama Duermevela. Está escrito por Juan Muñoz y se basa en un cuento que contaba a su hija para que se durmiera.
En la portada vemos a la niña protagonista desde la ventana, pero no es un mundo real. El cuento transcurre en ese espacio de tiempo de siete u ocho minutos que tardamos en dormirnos. Cada vez hay menos color en las ilustraciones, precisamente porque nos estamos quedando dormidos.
En un principio, el cuento se desarrollaba en un bosque, pero finalmente el ilustrador lo situó en la selva. Al escritor le gustó el cambio, porque él mismo lo iba variando todas las noches; cuando se lo contaba a su hija, siempre cambiaba el escenario.
La narrativa de la imagen es muy contundente y en la primera viñeta ya puedes apreciar que todos los elementos que más adelante aparecen, ya están presentes.
Álbumes ilustrados de otros autores
No solo habló de su trabajo, también lo hizo sobre algunas obras de otros que han llamado su atención.
‘Un mundo propio’, de Laura Carlin. El personaje es ella y cuenta lo que pasa en su barrio. Lo hace utilizando todas las técnicas y materiales: lápiz, acuarela, collage, fotografía… Así consigue que el lector tenga una reacción ante lo que ve.
‘La familia de la vajilla impar‘, de Catalina González Villar (escritora) e Isabel Hojas (ilustradora) cuenta una historia a través del texto y otra a través de las ilustraciones, que extienden el significado del texto como tal.
Y aquí me quedo, leyendo y contemplando mi nueva adquisición, con dedicatoria y dibujo del perrito incluidos.