El plazo del concurso literario está a punto de expirar y yo me acabo de enterar de su existencia, ¿qué hago?
La idea
Un buen día decides presentarte a un concurso literario. Entonces entras en Internet y lo buscas. Hasta ahí, perfecto.
Lo que nos ha pasado a muchos escritores alguna vez es que cuando encontramos el que nos interesa, el plazo de presentación ha finalizado diez minutos antes. O lo que es peor, aún quedan dos semanas.
En ese momento, haces un cálculo mental: si empiezo ya, ¿me da tiempo a acabar?, ¿cuántas páginas tendría que escribir al día para conseguirlo?
Con esa imaginación desbordante que es tu sello de fábrica, incluso te ves en la entrega de premios, trofeo en mano, diciendo:
«Lo cierto es que creé esta obra maestra en tres tardes. Algo me poseyó y los personajes la escribieron solos».
Vuelta a la realidad
Para. Ni lo pienses. No es probable que pase algo así. Aunque lo intentaras y te pusieras a escribir a locas, lo más probable es que el resultado no fuera satisfactorio.
Entonces, ¿de qué te va a servir presentar una obra que no está bien rematada? ¿Y escribirla sin disfrutar del proceso?
La solución
No te desanimes, no has perdido una oportunidad, ¡has ganado la del año que viene!
Casi todos los certámenes tienen carácter anual, así que apunta en tu agenda la misma fecha, pero del próximo año y comienza a trabajar. Planea tu historia desde cero; desarrolla esa idea que ya tienes esbozada o retoma la novela que abandonaste en el tercer capítulo.
Si te cuesta centrarte, puedes adoptar algún sistema de gestión del tiempo o de productividad como por ejemplo la Técnica Pomodoro.
Ahora sí tienes tiempo de sobra para escribir, reescribir, corregir y llegar a la maravillosa sensación de acabar una historia solo tuya.
Después, habrá llegado el momento perfecto de presentarla a ese concurso literario que tanta ilusión te hace. Y quién sabe, tal vez el año que viene, trofeo en mano, decir…