Recuerdo un remoto verano en el que mi amiga Ana y yo descubrimos la colección completa de Alfred Hitchcock y Los Tres Investigadores, en la pequeña biblioteca del pueblo en el que pasábamos las vacaciones. No eran libros modernos, pero tenían todo lo que a nosotras nos gustaba: cine y misterio.
Escribo este artículo como homenaje a la serie de novelas de misterio que marcó mi infancia, a ese verano y a todos los veranos en los que soñamos que éramos detectives, estrellas de cine o cualquier cosa que se nos ocurriera. Sé que Ana y yo no fuimos las únicas que devoraron la colección.

¿Quiénes son Los Tres Investigadores?
Los personajes principales son tres amigos que fundan una agencia de detectives.
Jupiter Jones, primer investigador
Algo regordete, fue una fugaz estrella de televisión cuando era bebé. Es muy inteligente, tiene una memoria a prueba de bombas y además es un poco redicho, tanto que a veces resulta cansino.
Pete Crenshaw, segundo investigador
Pete tiene un físico atlético del que sacarán partido cuando llegue el momento de la acción. Pero no hay que confundirse, eso no implica que la valentía esté entre sus cualidades.
Bob Andrews, tercer investigador
Es el más organizado de los tres. Además de ser un excelente estudiante, trabaja a tiempo parcial en la biblioteca local.
Alfred Hitchcock
La serie se llama Alfred Hitchcock y Los Tres Investigadores. El director de cine hace las veces de su mentor. Es él quien se supone que escribe el prólogo de las primeras treinta novelas. Alfred Hitchcock como presentador era garantía de que aquello que estabas a punto de leer era misterioso e iba en serio.
A pesar de que él no lo escribía, su presencia era un factor que añadía realismo a aquellas aventuras.
Cuando el director de cine falleció, los herederos no permitieron que se siguiera utilizando su figura, aunque la colección (al menos en España) siguió llamándose Alfred Hitchcock y Los Tres Investigadores.
En «Misterio del mendigo de la cara cortada» aparece un nuevo personaje, esta vez ficticio, Héctor Sebastian, un escritor retirado de novelas de misterio. Es el encargado de tomar el relevo como mentor de los tres jóvenes detectives.
El puesto de mando
Fuera como fuera la cabaña que construiste en tu infancia, jamás pudo ser tan fantástica como el puesto de mando de Los Tres Investigadores.
Los tíos de Jupiter Jones eran los propietarios de una chatarrería llamada el Patio Salvaje. Los chicos se las habían apañado para sepultar bajo chatarra un viejo remolque, que hacía las veces de oficina y de laboratorio fotográfico. ¡Hasta tenían teléfono y una pequeña televisión en blanco y negro! (Sí, los tiempos han cambiado).
Se accedía al puesto desde varios pasadizos secretos que ellos mismos habían construido. Por si la seguridad fuera poca, tenían llamada secreta: tres golpes, un golpe, dos golpes.
El hecho de que los tíos de Jupiter nunca se percataran de que les faltaba un remolque, era probablemente la parte que me resultaba menos creíble, pero colaba. Las ganas de que algo así fuera posible eran más grandes que la lógica.
La tarjeta de Los Tres Investigadores
Los Tres Investigadores no eran como los demás niños que pretendíamos ser detectives; ellos eran profesionales, tenían tarjeta.

Los tres interrogantes hacen referencia a lo desconocido, como preguntas sin respuesta, acertijos por resolver o investigación de enigmas. Eran su símbolo.
Tanto es así, que en ocasiones las dibujaban como señal del camino a seguir.
Transmisión de fantasma a fantasma
Uno de mis recursos favoritos de esta serie de novelas infantiles/juveniles. Con los móviles y nuevas tecnologías, ahora resulta difícil de imaginar.
Puede que en la revisión que hizo RBA Libros en 2014 de algunas de las novelas lo resolvieran de otra manera.
En el primer caso en que lo utilizaron fue en «El misterio del loro tartamudo», cuando trataban de localizar un coche del que tenían la descripción, parte de la matrícula y el nombre del dueño.
La transmisión fantasma a fantasma consistía en que cada uno de los tres investigadores llamaba por teléfono a cinco amigos suyos y les preguntaba lo que querían saber. Si esa persona no tenía la información, le pedían que contactara con otros cinco amigos y les preguntara lo mismo. A todos los implicados se les facilitaba el número de teléfono del puesto de mando.
La transmisión de fantasma a fantasma nunca fallaba.
Worthington y el Rolls Royce dorado
Al principio del primer libro de la serie nos explican cómo Jupiter Jones ganó un concurso de una empresa se alquiler de coches. El concurso consistía en averiguar el número de judías que había en una jarra grande.
El investigador hizo sus cálculos durante tres días hasta que dedujo, que no acertó, el número de alubias y ganó el premio, que consistía en disponer de un Rolls Royce con chófer durante treinta días.
Una excusa fantástica para que tres niños tuvieran medio de transporte propio y pudieran desplazarse sin problemas. De otra manera, llevar a cabo sus investigaciones en las que con frecuencia tenían que ir de una población a otra, hubiera sido mucho más difícil.
Además, el chófer Worthington se convierte en su aliado.
Estructura de las novelas
Prólogo y epílogo
Todas las novelas comenzaban con un prólogo en el que, si bien siempre se especificaba que no era obligatorio leerlo, se hacía una presentación de Los Tres Investigadores para todo aquel que se acercara a la serie por primera vez. Yo siempre me lo leía, no fuera a ser que me perdiera alguna suculenta línea de aquellas historias.
Como ya he comentado, el prólogo estaba escrito (supuestamente) por Alfred Hitchcock en los primeros treinta misterios y después por Héctor Sebastian, un novelista. Eran ellos también los que cerraban cada historia con un breve epílogo que a veces consistía en una conversación entre el mentor y los tres detectives.
Capítulos
En todas las novelas, se plantea una situación misteriosa, que puede ir desde una aparición fantasmagórica en la mansión de un director de cine fallecido como en la primera novela de la serie o al robo de un puñado de loros, como en «Misterio del loro tartamudo», que era uno de mis favoritos y con seguridad el que más veces leí.
Cada misterio de Los Tres Investigadores está dividido en capítulos breves pensados para mantener el suspense. En muchas ocasiones, acababan en un punto álgido que te obligaba a seguir leyendo.
Cada capítulo tiene su título. Son títulos misteriosos que te hacían querer saber más.
Ilustraciones
Las páginas están salpicadas de ilustraciones en blanco y negro que acompañan la acción. Me encantaba mirarlas, pero me sabían a poco, me hubiera gustado más que se movieran.
Autores
Robert Arthur fue el creador de Los Tres Investigadores y quien escribió las primeras novelas. Cuando falleció, se hicieron cargo otros novelistas como William Arden, Nick West o M.V. Carey. ¿Que qué significan las siglas M.V.? Mary Virginia.
Es de suponer que no utilizó su nombre completo para que no se supiera que era un mujer y eso echara para atrás a los posibles lectores. La serie no se caracteriza por su feminismo, más bien todo lo contrario, pero eso daría para otro artículo.
En cualquier caso, el recurso de las iniciales para ocultar un nombre femenino se ha seguido utilizando. Sin ir más lejos, tenemos a J.K. Rowling. Ella misma lo cuenta en esta entrevista.
Mi epílogo
He elegido los detalles que más disfruté de Los Tres Investigadores: que hablaran con un famoso director de cine, que tuvieran un puesto de mando fascinante o que fueran tan profesionales que los adultos los tomaran en serio. Y es que tener tarjeta viste mucho.
Si tú también eras fan de Los Tres Investigadores, puedes pasar mi artículo a cinco amigos y que a su vez ellos lo compartan con otros cinco. ¡Mantengamos vivo el espíritu de la transmisión fantasma a fantasma! ?